Mirada azul de Ximeno
en cara de niño bueno.
Mirada de azul cuajado,
de azul acero templado
tan inocente
bajo la paz de la frente.
Dicen, Ximeno, que fuiste
bandolero y que supiste
de la fuga por los montes
hacia aquellos horizontes
donde nadie sabe dónde
un tibio rincón se esconde
para el hombre como el ave
sediento de libertad.
Y quién sabe
si fue mentira o verdad.
Yo te he visto Capitán
en el frente cordobés:
del Batallón de Garcés.
Valiente, serio, callado,
gran soldado
sobre tu caballo alzado
qué buena estampa tenías
tu mirada, como el cielo
desperezando su vuelo
sobre lentas lejanías.
Y ahora irás por las veredas
y entre breñas y jarales
—no por blandas alamedas
ni por caminos reales—
a la muerte. Buen Viaje.
Tu pistola sin reposo
y tu caballo nervioso
serán tu sólo equipaje.
Y tu silencio y tu afán
desolados…
Capitán
de bandidos y soldados.
Y a mi qué
si yo siempre te veré
con la muerte terca enfrente
y tu mirada inocente
mirándola fijamente.
¡Ay, Ximeno, Capitán
del Batallón de Garcés;
Capitán
de la cabeza a los pies!
Pedro Garfias
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