Esta es la historia más simple,
más simple que puede haber,
porque es la historia de un barco,
de un barquito de papel.
Como a mí me lo contaron
yo también la contaré.
Nació una tarde de lluvia
porque debía nacer.
Era una hoja de cuaderno
que estaba en medio de cien,
hasta que la tarde aquella
se hizo barco de papel,
que más que un barquito fuera
una cáscara de nuez,
donde se iban para siempre
los sueños de mi niñez…
Diz que el niño fue a una esquina
donde el agua, en desnivel,
echó al barquito, seguro
de que no iba a perecer.
y así se largó a viajar
el barquito de papel.
El niño desde la acera
hacía de timonel,
y por cerca de una cuadra
anduvo pegado a él.
Más tarde quedó muy solo
-nadie hasta hoy sabe por qué-,
y el barquito abandonado
hacia otro barrio se fue.
Diz que al llegar a una esquina
el viento fue timonel.
que había piedras en el fondo
y corrientes a granel,
que tras hacerlo dar vueltas
lo dejaron al revés;
que lo llevó la corriente
tal como si fuera un pez,
hasta una boca tormenta
y no volvió a aparecer…
Así se acaba la historia
del barquito de papel
que al naufragar se ha llevado
los sueños de mi niñez…
Manuel J. Castilla.
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