Ni siquiera la palabra mirlo puede ser el silbido del mirlo,
ni siquiera la belleza, entre escombros, de decirlo: mirlo,
no sólo esa cadencia en el balanceo de las ramas,
sino el silencio al oído que anida en el mirlo
para que el silbido sea solamente mirlo:
es el temblor de las sílabas únicas en los labios,
la claridad del aire como si sus alas me rozaran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario