Faltan los ojos puros, la inocencia
Faltan los pies pequeños.
La calle larga, de calzada roja,
de la casa dormida en el silencio,
está en aquel lugar, acaso idéntica,
bajo idéntico cielo.
La que entreveo no es la misma calle
y se esfumina y se me pierde, lejos.
La casa del zaguán siempre cerrado
y oscuro de misterio;
la casa de la parra prodigiosa
de racimos que asedian los insectos
no existe ya. Lo sé. Ya es otra casa.
Ha cambiado de dueños:
Acaso el pueblo es pura fantasía.
O un pueblo en que conozco a los espectros,
pero en el que los vivos son extraños
que nunca conocieron a mis muertos.
Pero lo sueño siempre, lo persigo,
y si jamás lo encuentro y recupero
para mirarlo, allí, palpable y vivo
como se ven, palpables, otros pueblos,
es porque es invisible, por llevarlo
adentro, adentro, demasiado adentro.
Hugo Rodríguez Alcalá
Hugo Rodríguez Alcalá
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