y estuvo a punto de tragárselo para acabar
de una buena vez con aquella disputa ridícula.
Pero al verlo tan chico el Mal pensó:
" -Ésto no puede ser más que una emboscada; pues si yo ahora me trago al Bien, que se ve tan débil, la gente va a pensar que hice mal,
y yo me encogeré tanto de vergüenza
que el Bien no desperdiciará la oportunidad
y me tragará a mí, con la diferencia de que entonces
la gente pensará que él sí hizo bien,
pues es difícil sacarla de sus moldes mentales
consistentes en que lo que hace el Mal está mal
y lo que hace el Bien está bien."
Y así el Bien se salvó una vez más.
Augusto Monterroso.
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