«La frontera es un delito
contra las leyes de Dios».
Allá en mi país natal,
que de Francia está vecino,
hay en medio de un camino
una piedra y un rosal.
La piedra está en la frontera
el rosal en torno crece,
y cada flor que aparece
de su hermana es extranjera.
Mas cuando mueren las dos
enemigas del rosal,
en una sola espiral
vuela su perfume a Dios,
que a las almas y a las flores
tras ese espacio azulado,
una sola patria ha dado
sin fronteras ni rencores.
Yo mirando tristemente
esta línea fronteriza
que por tierra se desliza
con aspecto de serpiente,
y recordando los lazos
que el hombre rompió iracundo,
pensé: «El amor creó al mundo
y el odio lo hizo pedazos».
¡Cuán injusta y caprichosa
es la vanidad humana!
¿Dejará de ser hermana
una rosa de otra rosa?
Y en la piedra, entre las dos
enemigas, dejé escrito:
«La frontera es un delito
contra las leyes de Dios».
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