Pasado mi tiempo, cuando en la interminable lista de días impresos en el calendario ya no haya junios para mí, me llevaré a casa sin remordimientos:
Muchas sonrisas que regalé.
Algunas risas que se derramaron en las conversaciones con mi madre;
detalles de la mirada que tenía mi padre sobre todo;
los lazos que he atado a mis hermanos;
muchas canciones;
la sorpresa delante de cualquier ave, ante toda belleza que vuela;
el silencio ante las bellezas, que han sido siempre mis oraciones más indescriptibles.
Me llevaré unos sábados por la tarde, y unos viernes inolvidables y la luna
Me llevaré muchos textos que me encantaron; los colores de las flores y el cielo.
Tomaré trozos realmente grandes de los otoños y sus luces mágicas.
Me llevaré a mis amigos, tíos y tías, primos y mis historias de infancia.
Tomaré mi amor incondicional por los árboles y por lo más pequeño y verde.
Me llevaré las flores del campo y su sencillez cubierta de mañanas.
Me llevo todas las margaritas, porque sin ellas, ningún lugar estaría completo.
Tomaré lo que he sido y lo que no pude ser.
Me llevaré a mis hijos, la hija y el hijo que crié.
Llevaré el ruido de las aguas que habitan el mundo de las más variadas maneras hasta llegar al lugar donde, juntas, se llaman mar.
Y del mar tomaré el olor.
Y tomaré las palabras, porque sin ellas no hay salvación.
Myrian Lucy Rezende.
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