" Un día la vida nos alerta, otros nos despierta.
Un día nos acoge, otros nos tira del tablero.
Un día, nos aleja; en otros nos pone sobre su hombro y nos susurra palabras de amor.
Hay días en que la vida nos grita. ¡Delantero! ¡Al frente!
En otros, es indiferente...
Hay días en que la vida nos enjuga las lágrimas
y nos enseña el valor de la resiliencia.
En otros, pierde la paciencia en uno de sus muchos callejones sin salida.
Un día la vida nos espera y resurge con nosotros. En otros, nos empuja de la cama un lunes de incertidumbre.
Hay días que la vida, amable, nos invita. En otras nos deja fuera de la fiesta para darnos una lección.
Hay días en que la vida nos encanta, en otros nos asusta, y en otros, todavía, nos estremece, nos ayuda en la angustia, nos absuelve del pecado de rendirnos, nos concede el perdón.
Para que recordemos quiénes somos, endereza nuestros pies y nos vuelve a poner en camino.
Camina y baila a nuestro ritmo.
Hay días en que la vida te saca una sonrisa . En otros nos prepara para llorar.
No hay rutina cuando se trata de la vida.
Nos revela secretos, nos lleva de la mano.
Nos muestra los nudos, expone nuestras heridas, para que podamos ser cada día más grandes, mejores y más simples.
No sólo nos dice de qué están hechas las estaciones, sino que nos lleva a través de ellas, para que con ellas podamos entender que estamos hechos de la misma materia arbórea; necesitamos germinar, crecer, florecer, perder hojas, abrir ramas, ser la morada de un pájaro, prosperar y marchitarse.
Ante la vida no hay retirada.
Ella sigue su curso. Corre suelta – agua de río que va al mar. Allí nos encontraremos todos mucho más profundos y más amplios.
De eso se trata la vida : “ Se calienta y se enfría, se aprieta y luego se afloja, se calma y luego descansa. Lo que ella quiere de nosotros es coraje”.
Miryan Lucy Rezende.
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