Lloraban unos tristes pasajeros
viendo su pobre nave
combatida de recias olas y de vientos fieros,
ya casi sumergida;
cuando súbitamente el viento calma,
el ciclo se serena, y la afligida gente
convierte en risa la pasada pena.
Mas el piloto estuvo muy sereno,
tanto en la tempestad como en bonanza:
Pues sabe que lo malo y que lo bueno
está sujeto a súbita mudanza.
Félix María de Samaniego
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