No me voy a cansar de gritar contra el racismo, contra el patriarcado,
contra el capitalismo que se cocina en esas salsas.
No me voy a cansar de caminar con pasos cansados a veces, pero firmes,
junto a quienes se levantan desde la raíz para gritar sus ya basta.
No me voy a cansar de denunciar los genocidios, los femicidios,
los ecocidios, los travesticidios, las muchas maneras
con que pretenden sembrarnos de terror hasta paralizarnos.
No me voy a cansar de escribir las palabras vida, libertad,
en las paredes de la ciudad, en las arenas de las playas,
en las tierras recuperadas.
No me voy a cansar de danzar la rebeldía, las resistencias,
las revoluciones de las mujeres, de lesbianas, trans, travestis,
que le marcan los pasos al desorden mundial.
No me voy a cansar de volar todos los vuelos,
con escobas gastadas en zarpados aquelarres brujeriles.
No me voy a cansar de preguntarle a las ancestras el camino,
los caminos, el origen y el rumbo, el tiempo de la siembra,
la densidad y la velocidad de la luz.
No me voy a cansar de habitar las sombras que nos hacen humanas,
que nos hacen indómitas, que nos hacen enigmáticas e irrepetibles.
No me voy a cansar de amar el trueno,
el murmullo del río, tu rostro en la memoria,
el despertar de los grillos, la madrugada floreciendo,
tu piel recortada en mi horizonte,
las sonrisas de las pibas tejiendo complicidades,
las caricias que nos faltan, pero que sabemos que llegarán, tranquilas,
apasionadas, tiernas, violentas, como la victoria.
¿La victoria?
Como las victorias cotidianas.
No me voy a cansar, pero sí me canso…
el descanso será un abrazo, una canción, un poema,
un amanecer en el río, como el oxígeno para continuar.
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