"Es más fácil desintegrar un átomo
que un prejuicio.”
Einstein
Yo iba subiendo por un camino a la montaña
Con tantas cosas que hacer,
Con un importante negocio mío,
Y también el de otras personas,
Cuando me encontré de frente al Prejuicio
Que del todo me cortó el camino.
Mi trabajo era tal que no podía esperar,
Mi trayectoria muy claramente mostrada,
Mi fuerza y mi tiempo eran limitados,
Llevaba una gran carga;
Y allí aquel descomunal Prejuicio
Sentado en mitad de mi camino.
Así que le hablé cortésmente,
Porque él era enorme y alto,
Y le rogué que se moviera un poco
Y me dejara continuar mi viaje.
Él sonrió, ¡pero en cuanto a moverse!
Ni siquiera lo intentó.
Y entonces razoné con tranquilidad
Con esa mula colosal:
Mi tiempo era corto – no había otro camino –
El viento de la montaña era fresco.
Discutí como un Salomón;
Se quedó allí sentado como un tonto.
Luego me pudo la pasión,
y bailé y aullé y juré.
Me lancé y trabajé duramente en convencerle
Hasta quedarme rígida y dolorida;
Se volvió tan airado como yo –
Pero siguió allí sentado como antes.
Y entonces le rogué de rodillas;
Aun podría seguir de rodillas
Si lo que esperaba era mover esa masa
Hecha de obstinada mala voluntad –
Además de invitar al monumento
¡Para desalojar Bunker Hill!
Así que me senté frente a él desesperanzada,
En un éxtasis de dolor –
La niebla de montaña estaban aumentando rápidamente,
El sol se estaba hundiendo de forma lenta –
Cuando me llegó la inspiración repentina,
Al igual que los vientos repentinamente golpean.
Tomé mi sombrero, tomé mi bastón,
Mi carga bien agarrada,
Me acerqué a ese horrible íncubo
Con aire distraído –
Y caminé directamente a través de él,
¡Como si él no existiera!
I was climbing up a mountain-path
With many things to do,
Important business of my own,
And other people’s too,
When I ran against a Prejudice
That quite cut off the view.
My work was such as could not wait,
My path quite clearly showed,
My strength and time were limited,
I carried quite a load;
And there that hulking Prejudice
Sat all across the road.
So I spoke to him politely,
For he was huge and high,
And begged that he would move a bit
And let me travel by.
He smiled, but as for moving! —
He didn’t even try.
And then I reasoned quietly
With that colossal mule:
My time was short — no other path —
The mountain winds were cool.
I argued like a Solomon;
He sat there like a fool.
Then I flew into a passion,
and I danced and howled and swore.
I pelted and belabored him
Till I was stiff and sore;
He got as mad as I did —
But he sat there as before.
And then I begged him on my knees;
I might be kneeling still
If so I hoped to move that mass
Of obdurate ill-will —
As well invite the monument To vacate Bunker Hill!
So I sat before him helpess,
In an ecstasy of woe —
The mountain mists were rising fast,
The sun was sinking slow —
When a sudden inspiration came,
As sudden winds do blow.
I took my hat, I took my stick,
My load I settled fair,
I approached that awful incubus
With an absent-minded air —
And I walked directly through him,
As if he wasn’t there!
Charlotte Perkins Gilman
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