"Alas, pezuñas y rabo.
Mi padre murió como un animal convencido.
Solía asegurar que nadie muere de una sola y estricta vez
y ésa fue su hora de creyente, emperrada, amenazante.
Aquí, esta versión sin ruidos,
libre ya de la impune imaginación.
El orador devorado por su propia oración,
la del aguante diario, la ordinaria,
la que en vida lo elevaba y lo dejaba caer en una
sola y mal pagada jornada de trabajo.
También dijo: un día te tocará ordenar mis pedazos.
Y aquí, aquí lo estoy haciendo:
alas, pezuñas y rabo."
Abel Robino
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