que ciega el alma.
Hay una pena grande
que da frío
y un nombre que todos
sin descanso
repetimos.
Santiago de ojos verdes,
Cristo hermano,
tu amor por solidario
fue agredido
pero nadie, te juro, nunca nadie
olvidará tus sueños florecidos.
Que les quede bien claro
a los que fueron
capaces de quitarte del camino.
No habrá cómo borrar para nosotros
tu rostro entre los rostros,
tu gesto entre los gestos,
tu vida entre los vivos.
Teresa Parodi
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