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" Con ese mismo corazón que cantaba." Elvio Romero.


En memoria de Wilfrido Álvarez, mártir paraguayo.
Soñó con un país 
Que fuera una corriente 
De ríos al andar, 
De jazmines la frente, 
De granos de maíz 
Resonante el cantar.
Hoy recuerdo su rostro que tenía 
Rasgo de arcilla y tierra del lugar, 
Donde hallara el secreto de pulsar 
Con el acero de su rebeldía 
La cívica guitarra popular.

Soñaba con un país 
Hermoso, con la camisa bordada 
De color nuestro, de lluvias 
Nuestras y vastas en las madrugadas; 
Iguales surcos quería, 
Que todo en el esfuerzo de los hombres cantara.

El decía: —De todos 
Será el pan en la tierra 
Cuando la tierra sea para todos.

Y haya pan para todos.
Decía: —En paz sobre la tierra 
Descansará el hermano 
Cuando se viva en paz sobre la tierra.

Y haya paz para todos.
Él decía: —¡Qué hermosa 
La patria libre! ¡Hagamos 
Libre a la patria hermosa!

Soñaba con un país 
Claro, fértil, que no oprimiera y sangrara 
Como un despojo deshecho, quería 
Que en un país de labranzas 
Cantasen la sangre, el valle, las cordilleras, los ríos; 
Lo soñó así, sin que jamás retirara 
Los pasos, la voz, los ojos 
De esa intensa lumbrarada.

País de sol y azafranes y corazón de guitarras.
Varón entero, tenía 
Polvo de pueblo en la cara. 
Se alzó por los que yacían, 
Vistió el sol cada mañana, 
Noche a noche alumbró el día, 
Día a día tocó el alba, 
Sufrió prisión por ser libre, 
Llevó luz de casa en casa, 
Pidió por los que no piden, 
Por otros hirió su entraña.

Y si ha partido ahora, vuelve en esa marea 
De resolanas altas que golpea con furia y con constancia. 
El mediodía claro, vuelve a la clandestina tormenta 
De las horas 
En que su corazón, puro y vivo, cantaba; 
Vuelve a mirar las cosas de los hombres iguales 
En orfandad tiránica, en luz torva y hambrienta, 
En humildad y orgullo; 
Vuelve, vuelve a lo mismo, vuelve a arrojar al rostro dei 
Verdugo su cólera, 
Su cólera más honda que el odio y la vergüenza 
Del verdugo, más inmensa que el gesto del verdugo 
Alevoso, vuelve, cabal y entero, como siempre 
Volvía (sin que jamás partiera) de ese país que fuera 
La imagen de su vida.

Vuelve así en esta tarde.
Vuelve con la sonrisa 
De inocente camino con que incendiaba el día, 
Con esa fortaleza de bosque de sus sueños, 
Con esos camaradas que son sal de la tierra 
Y vuelven, con él vuelven a la región y al tiempo 
De redimir la sangre del crimen y el ultraje.

Vuelve así en esta tarde, regresa al mediodía, 
Vuelve con ese mismo corazón que cantaba.

Elvio Romero.

 La nostalgia, la fuerza de la tierra, se reflejan en su obra,
 que consta de más de una decena de poemarios, donde encontramos "Días roturados", "Esta guitarra dura", "Un relámpago herido" y "Cantar de caminante", publicado póstumamente en el año 2007.
 También escribió los ensayos "Miguel Hernández, destino y poesía"
 y "El poeta y sus encrucijadas".

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