Saludo maya.
Reconocer al otro(a) y comprender que nos complementamos en la temporalidad de nuestras circunstancias, es fundamental e ineludible. El saludo, en sus expresiones, debe mostrar lo vital de lo que somos, reconocer lo que son los otros en la diversidad y universalidad, para buscar armonía desde el individuo y el colectivo en equilibrio, equidad y unidad.
La cultura Maya recoge una manera de saludar, no recordada por las nuevas generaciones quienes pierden la memoria colectiva por la implacable influencia global: social, cultural, política y religiosa, por las tecnologías y el ambiente absorbente de las ciudades contemporáneas.
El saludo, propio de los ancestros de Yucatán, dice: “IN LAK´ ECH”, que significa “yo soy otro tú”, todos somos uno mismo, y se contesta: “HALA KEN”: “tú eres otro yo”.
Algo similar existe en el Poqomchi´ (uno de los veintitrés idiomas guatemaltecos).
La expresión recoge la conciencia de ser iguales e integramos un único organismo: “los otros son parte mía y yo soy parte de ellos”.
Los budistas, de igual modo, creen que pertenecemos a una realidad superior que vive en cada uno. Para los Mayas, el reino mineral, vegetal, animal y toda la materia del universo, “desde un átomo hasta una galaxia, son seres vivos con conciencia evolutiva”.
Al vivir en unidad, si eres feliz, yo soy feliz y viceversa. Porque “yo soy tú” y “tú eres yo” y cualquier cosa que me haces a mí, te la haces a ti. La cosmovisión expresada en el lenguaje, en tradiciones y en el saludo reconoce al otro como nuestro yo, desprendiendo solidaridad, respeto, unión y armonía.
En la India usan para saludar el “Namaste” uniendo las manos al frente e inclinando la cabeza. El gesto reconoce la profundidad y unidad del espíritu que envuelve todo. No significa “buenos días” ni “hola” o “adiós”, es más, implica reconocer el espíritu que mora en el interior. El significado de “Namaste”: “Yo honro el lugar dentro de ti donde el universo entero reside.
Honro el lugar dentro de ti de amor y luz, de verdad, y paz, donde cuando tú estás en ese punto tuyo, y yo estoy en ese punto mío, somos sólo uno”. Es parte de la cultura india, madre de culturas, representa la creencia de que cada uno tiene una chispa divina en su interior.
Del sanscrito, Nama es “reverencia”, as significa “yo”, y te significa “tú”, esto es: “respétame” o “te respeto”. Se usa de manera similar en varias tradiciones budistas y asiáticas, para saludar, despedirse, pedir, dar gracias, mostrar respeto o veneración.
En japonés el gesto de las manos, con una reverencia inclinada, se llama “gasshō”. Hay muchos rituales en las tradiciones antiguas, algunos se preservan. Recogen el respeto al prójimo que desde la versión cristiana se enuncia en “amar a tu prójimo como a ti mismo”
Recordemos el origen olvidado, refugiémonos con prontitud en lo simple: “yo soy otro tú y tú eres otro yo, nada de lo que te pase a ti me es ajeno, nada de lo que me pase a mí te puede ser indiferente”.
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